Cabo Verde tiene más encanto ¡a la hora en que pasa a ser el país lusófono más democrático!

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Por Orlando Castro (Portugal)

Cabo Verde es el país lusófono más democrático. Pues ahi está. Según el Índice de la Democracia 2011, del Economist Intelligence Unit, superó el reino de las occidentales playas lusitanas. Está claro que, sin novedad, Angola y Guinea-Bissau están entre los peores.


El índice, realizado por el servicio de investigación de la revista «The Economist» (que no es propiamente el Jornal de Angola), en la cuarta edición evalua las democracias de 165 estados independentes y dos territorios, colocandolos en quatro categorías: democracias plenas, democracias con fallas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios.

Segun el informe, Cabo Verde es el 26º país más democrático y el primero en la categoria de las democracias con fallas, seguido de Portugal. Los dos países cambiaron de posición, ya que en 2010 Portugal era el 26º y Cabo Verde el 27º.

A nivel de corrupción la situación es, todavía es, un poco diferente. O sea, Portugal (¿quien diría?) es el menos corrupto, seguido de Cabo Verde (41º), Brasil (73º), Mozambique quedó en la 120ª posición, y Guinea-Bissau fue incluida en el grupo de los 30 países más corruptos a la luz del Índice de Percepción de la Transparencia Internacional, estando este año en el 154º lugar, Santo Tomé y Príncipe en la 100ª posición.  Angola es entre los lusófonos el peor situado, ocupando el lugar número 168º.

En un total de 10 puntos posibles, dice el Economist Intelligence Unit, Cabo Verde obtiene 7,92 (dos décimas menos que en 2010), lo que resulta de una evaluación basada en cinco criterios: proceso electoral y pluralismo (9,17 puntos), funcionamiento del gobierno (7,86), participación política (7,22), cultura política (6,25) y libertades civiles (9,12).

Cabo Verde es referido como uno de los seis países de la región de la África subsahariana donde las elecciones son consideradas libres y justas, junto con Botswana, Gana, las Maurícias, África del Sur y Zambia.

Entre las democracias con fallas surgen todavía Timor Oriental, que se mantuvo en el 42º lugar, y Brasil, que descendió de la 47ª a la 45ª posición, a la par con Polonia.

Timor Oriental tuvo una clasificación global de 7,22 (igual al 2010), con 8,67 en el proceso electoral y pluralismo, 6,79 en el funcionamiento del gobierno, 5,56 en la participación política, 6,88 en cultura política y 8,24 en las libertades civiles.

Brasil tuvo 7,12 (igual al 2010) de clasificación general, con 9,58 en el proceso electoral, 7,50 en el funcionamiento del gobierno, 5,00 en la participación política, 4,38 en cultura política y 9,12 en las libertades civiles.

Mozambique, que descendió del 99º al lugar 100º en 2011, es el único país lusófono entre los regímenes híbridos y obtuvo un total de 4,90 puntos (igual al 2010), distribuídos entre proceso electoral (4,83), funcionamiento del gobierno (4,64), participación política (5,56), cultura política (5,63) y libertades civiles (3,82).

Entre los países clasificados como regímenes autoritarios figura Angola, que descendió del 131º al lugar 133º, y Guinea-Bissau, que se mantuvo en el 157º.

El  proceso electoral y pluralismo angoleños obtuvieron 1,33 puntos, el funcionamiento del gobierno 3,21, la participación política 4,44, la cultura política 4,38 y las libertades civiles 3,24, lo que resulta en una clasificación global de 3,32, igual a la del año pasado.

Angola es todavía uno de los 40 países que registraron un deterioro de la libertad de prensa, revela el informe.

Con un total de 1,99 puntos (igual al 2010),  Guinea-Bissau recibió una clasificación de 2,08 en el proceso electoral, 0.00 en el funcionamiento del gobierno, 2,78 en la participación política, 1,88 en cultura política y 3,24 en las libertades civiles. El Índice de la Democracia no se refiere a Santo Tomé y Príncipe.

Está claro que no todo va bien en las tierras de Cesária Évora e Ildo Lobo. Algunos de sus políticos aun revelan mucho de lo que aprendieron con sus maestros lusitanos.

El entonces candidato a la Presidencia de la República de Cabo Verde, por el PAICV, Manuel Inocêncio Sousa,  demostró que sólo le gusta que los periodistas le hagan las preguntas que el entiende deben ser hechas.

Cuando no sucede esto, lo que es raro, va a los alambres. Y, de hecho, es un fastidio no haber acabado de una vez por todas (como está por suceder en Portugal) con esa clase que insiste en luchar contra la extinción y que lleva por nombre «periodista».

En Mayo, el candidato del PAICV y ex ministro estimó normal, y quizás tiene razón, que el hijo de un ministro – en este caso el suyo – entrase a una empresa pública bajo la tutela de su padre.

El problema estaba, sólo en el hecho de Cabo Verde querer ser una democracia y un Estado de derecho. Y si es, como parece ser,  no puede tener ministros, mucho menos un candidato a la presidente de la República, que se juzgue dueño del país y de la verdad.  Para eso ya bastan los ejemplos, entre otros, de Eduardo dos Santos y Passos Coelho.

Manuel Inocêncio Sousa quedó convertido en opositor cuando el periodista João Matos, de la Radio Francia Internacional, le preguntó si también era normal que su antigua socia haya ganado varios concursos públicos en obras que su propio ministerio promovía.

Moraleja de la historia. Para Manuel Inocêncio Sousa era todo normal: “el hijo entrar en una empresa pública tutelada por él, su socia ganar concurso tras concurso en una área también tutelada por él… En fin, según esta bizarra figura, se trata de “baja política” encontrar en esta “normalidad” una leve señal de nepotismo…”

Así es. No siempre resulta copiar lo que se practica en Portugal…

Orlando Castro es Angoleño-português. Reside actualmente en Portugal donde desarrolla su trabajo como periodista y Escritor

Traducción: Bárbara Igor (MISOSOAFRICA)

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