José Eduardo Agualusa y Mia Couto*

El día en que Europa prohibió los vuelo desde y hacia Maputo, Mozambique había registrado cinco nuevos casos de contagio, cero ingresos hospitalarios y cero muertes por covid-19. En el resto de los países de África Austral, la situación era semejante. En contrapartida, la mayoría de los países europeos enfrentaban una dramática ola de nuevos contagios.

Científicos sudafricanos fueron capaces de detectar y secuenciar una nueva variante del SARS-CoV-2. En el mismo instante, divulgaron de forma transparente su descubrimiento. Y en lugar de recibir un aplauso, el país fue castigado. Junto con Sudáfrica, los países vecinos fueron igualmente penalizados. En vez de ofrecerse para un trabajo conjunto con los africanos, los gobiernos europeos volvieron la espalda y se abocaron a sus propios asuntos.

No se cierran fronteras, se cierran personas. Se cierran economías, sociedades, caminos para el progreso. La penalización a la que ahora estamos sujetos va a agravar el terrible empobrecimiento al que los ciudadanos de estos países están siendo sujetos debido al aislamiento impuesto por la pandemia.

Una vez más, la ciencia quedó rehén de la política. Una vez más, el miedo eclipsó la razón. Una vez más el egoísmo prevaleció. La falta de solidaridad ya estaba presente (y aceptada con naturalidad) en la chocante desigualdad en la distribución de las vacunas. Mientras tanto, Europa discute la cuarta y quinta dosis, la gran mayoría de los africanos no se ha beneficiado de una simple dosis. Países africanos como Botsuana, que pagaron por las vacunas, verificaron consternados que las vacunas fueron desviadas hacia las naciones más ricas.

El continente europeo que se proclama como cuna de la ciencia, se olvidó de los principios científicos básicos. Sin tener una prueba del origen geográfico de esta variante y sin ninguna prueba de su verdadera gravedad, los gobiernos europeos impusieron restricciones inmediatas en la circulación de las personas. Los gobiernos hicieron lo más fácil y menos eficaz: levantaron muros para crear una falsa ilusión de protección. Era previsible que nuevas variantes surgieran dentro y fuera de los muros levantados por Europa. Sólo que no hay un adentro ni un afuera. Los virus sufren mutaciones sin distinción geográfica. Puede haber dos sentimientos de justicia, pero no hay dos pandemias.

Los países africanos fueron una vez más discriminados. Las implicancias económicas y sociales de estas medidas recientes, son fáciles de imaginar. Pero Sudáfrica está lejos, demasiado lejos. Ya no se trata sólo de falta de solidaridad. Se trata de actuar en contra de la ciencia y en contra de la humanidad.

*Texto original publicado en Facebook por los escritores.

**Traducción Misosoafrica**