¿Quién será el próximo en entrar a la lista hecha por los dueños del mundo como dictador malo?

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Por Orlando Castro (Portugal)

Ahora que algunos dictadores (todavía pocos, es cierto) comienzan a caer o a ser suicidados, el mundo llamado democrático (no siempre es verdad, pero…) comienza a generar otros y a aguantar algunos que todavía no pasaron de bestiales a bestias.

En el caso de Angola, José Eduardo dos Santos (en el poder hace 32 años sin haber sido electo) necesita de rever sus ideas y principios, a pesar de estar todavía de acuerdo con el barómetro internacional de los dictadores buenos.

De hecho, el gobierno angoleño, en el poder desde 1975, no ha tenido voluntad, aunque tenga los medios, para resolver los problemas de agua, luz, basura, salud, trabajo y educación. La juventud no tiene casa, no tiene educación, empleo y no tiene futuro. Los trabajadores tienen salarios impagos y no consiguen obtener crédito bancario.

Esos son, contudo, problemas internos que no alteran a posição de José Eduardo dos Santos no ranking dos dictadores amigos do Occidente.

Y no alteran o ranking porque cosas tan banales como casa, salud, educación, comida, no son preocupaciones esenciales para los que van a Angola y, a través de ella, a Cabinda, sacar la única cosa que les interesa y que es regla de oro para una buena calificación entre los dictadores bestiales, el petroleo.

Estar 32 años en el poder, con el poder absoluto que tiene en las manos (y además de presidente de la República y también líder MPLA es jefe del Gobierno), faz de José Eduardo dos Santos un de los dictadores o en la mejor de las hipótesis, un presidente autocrático, con más tiempo en ejercicio.

El hecho de no ser caso único, principalmente en África, en nada abona a su favor. Todo el mundo sabe, pero sobre todo y una vez más África, que si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.  Es el  caso de Angola.  Pero nadie se preocupa de esto.  Mientras tanto, es obvio.

Sólo en dictadura, mesmo que legitimada por los votos comprados a un pueblo que casi siempre piensa con la barriga (vacia) e no con la cabeza, es posible estar tantos años en el poder. En cualquier estado de derecho democrático esto no seria posible.

Sin embargo, y Angola no escapa  a la regla, África es un semillero constante y habitual de conflictos armados porque la falta de democraticidad obliga a que la alternancia política sea conquistada por el lenguaje de las armas. Hay obviamente otras razones, pero cuando se cree que las elecciones son de por si sinónimo de democracia, se está caminado hacia una dictadura.

Con Eduardo dos Santos pasa exactamente eso. La guerra legitimó todo lo que se puede imaginar de malo. Permitió al actual presidente perpetuarse en el poder, tal como permitió que la UNITA dijese que esa era (y por lo que se va viendo hasta parece que tuvo razón) la única vía para cambiar de dueño del  país.

Es claro que, es siempre así en las dictaduras, el pueblo fue siempre y continua siendo (las elecciones no alteraron la génesis de la dictadura, a penas la maquillaron) carne para cañón.

Por otro lado, la típica hipocresía das grandes potencias occidentales, principalmente EEUU y Unión Europea, Ayudó a dotar José Eduardo dos Santos con el rótulo de gran estadista. Rótulo que no corresponde al producto. Esa opción estratégica de norteamericanos y europeos tienen reconozcase, razón de ser sobre todo en el ámbito económico.

Es mucho más fácil negociar con un regimen dictatorial que con uno que sea democrático. Es mucho más fácil negociar con alguien que, de partida, se sabe que irá a estar en la silla del poder durante toda la vida, que con alguien que puede al final de un par de años ser substituido por la libre elección popular.

Es, como acontece con José Eduardo dos Santos, mucho más fácil negociar con el líder de un clan que representa casi el 100% del producto Interno Bruto, que con alguien que no sea dueño del país, pero como sucede en las democracias, representante temporario do pueblo soberano.

Bien visible en el caso angoleño es el hecho de que, como en cualquier otra dictadura, cuanto más se tiene más se quiere tener, sea en el país o en otro lugar. Por muy pequeño que sea el dictador, que no es el caso de José Eduardo dos Santos, la historia nos muestra que siempre tiene una apreciable fortuna repartida por el mundo, sea en bienes inmobiliarios (como era tradición) o mas modernamente en los paraísos fiscales.

Se reconoce, entre tanto, la estatura política de José Eduardo dos Santos, visible sobre todo a partir del momento en que dejó de poder contar con Jonas Savimbi como el chivo expiatorio para todo lo malo que pasaba en Angola.

Desde 2002, el presidente vitalicio (al que parece) de Angola ha conseguido fingir que democratiza el país y, más que eso, conseguió (aunque no por mérito suyo pero, eso si, por demérito de la UNITA) domesticar completamente a todos aquellos que le pudiesen hacer frente.

No creo que, hasta por el hecho de el país haber estado en guerra decenas de años, José Eduardo dos Santos tenga las manos limpias de sangre. No obstante, ningún dictador con 32 anos de permanencia seguida no poder, tiene las manos limpias.

Pero esa tampoco es una preocupación. Cuando se tiene millones, poco importa como están las manos. Porque esos millones sirven también para blanquear, para limpiar, para trasplantar, para comprar (casi) todo y a (casi) todos.

Todo esto es posible con alguna facilidad cuando se es dueño de un país rico e, de esa forma, se consigue todo lo que se quiere.  Y cuando aparecen personas que no están a la venta e incomodan y amenazan el trono, hay siempre forma de as hacerlos cruzarse con una bala.

Acrece, y en eso los angoleños no son diferentes de los portugueses o de cualquier otro pueblo, que continua válida la tesis de que “si no consigues vencerlos sumate a ellos”. No es de extranarse por eso que José Eduardo dos Santos tenga más de un seguidor, sean militares, políticos, empresarios y hasta supuestos periodistas.

Y claro que, mientras o Povo continua siendo concebido con hambre,  naciendo con hambre, y a morir poco después… con hambre.  Y el hambre, la miseria, las enfermedades, las desigualdades sociales son llagas imputables al Poder.  Y quien está en el poder ace 32 años es siempre el mismo, José Eduardo dos Santos.

Orlando Castro es Angoleño-português. Reside actualmente en Portugal donde desarrolla su trabajo como periodista y Escritor

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